A esta manera de entender el aprendizaje, se suma todo
un conjunto de propuestas que han contribuido a la formulación de una metodología
constructivista. Entre dichas propuestas vale la pena mencionar:
• La teoría del aprendizaje
significativo: el aprendizaje tiene que ser lo más significativo
posible; es decir, que la persona-colectivo que aprende tiene que atribuir un
sentido, significado o importancia relevante a los contenidos nuevos, y
esto ocurre únicamente cuando los contenidos y conceptos de vida, objetos de
aprendizaje puedan relacionarse con los contenidos previos del grupo educando,
están adaptados a su etapa de desarrollo y en su proceso de
enseñanza-aprendizaje son adecuados a las estrategias, ritmos o estilos de la
persona o colectivo.
• Aprendizaje por descubrimiento: no
hay forma única de resolver los problemas. Antes de plantear a los
participantes soluciones, los facilitadores deben explorar con ellos diferentes
maneras de enfrentar el mismo problema; pues no es pertinente enseñar cosas
acabadas, sino los métodos para descubrirlas.
• Las zonas de desarrollo: un nuevo
aprendizaje debe suponer cierto esfuerzo para que realmente implique un cambio
de una zona de desarrollo real, a una zona de desarrollo próximo, pero no
con un esfuerzo tan grande (por falta de conocimientos previos, por ejemplo)
que el nuevo contenido quede situado fuera de la zona a la que tiene acceso
potencialmente la persona o el grupo.
• El aprendizaje centrado en la
persona-colectivo: la persona-colectivo interviene en el proceso de
aprendizaje con todas sus capacidades, emociones, habilidades, sentimientos y
motivaciones; por lo tanto, los contenidos del proceso pedagógico no deben
limitarse sólo al aprendizaje de hechos y conceptos (contenido conceptual),
sino que es necesario atender en la misma medida a los procedimientos
(contenido procedimental), las actitudes, los valores y las normas (contenido
actitudinal), si se quiere una adaptación activa de la persona o grupos a
nuevas situaciones sociales. Así mismo, hay que considerar sus propios estilos,
ritmos y estrategias de aprendizaje.
• Aprender imitando modelos: este
enfoque resulta especialmente importante para la enseñanza aprendizaje de
contenidos actitudinales, lo cual es una debilidad en la mayoría de propuestas.
De acuerdo con ella, la persona-colectivo desarrolla una llamada capacidad
vicaria, la cual le permite el aprendizaje por observación, mediante la
imitación, por lo general inconsciente, de las conductas y actitudes de
personas que se convierten en modelos, cuyos patrones de comportamiento son
aprendidos en un proceso de aprendizaje de tres fases: atención, retención y
reproducción. Con relación a ello, lo más importante es que con la práctica las
personas-colectivos aprendan los contenidos guías, las generalizaciones más que
ejemplos específicos.
• La metodología activa: siguiendo a
Moisés Huerta2, un método es activo cuando genera en la persona-colectivo una
acción que resulta de su propio interés, necesidad o curiosidad. El facilitador
es en ese sentido, quien debe propiciar dicho interés planificando situaciones
de aprendizaje estimulantes, si descuidar que los métodos son el medio y no el
fin. “La metodología activa se debe entender como la manera de
enseñar que facilita la implicación y la motivación”.
• El aprendizaje cooperativo, dinámico o
comunicativo: en la enseñanza se debe desarrollar un conjunto de actividades
que propicien la interacción de la persona-colectivo con el medio, con sus
pares o el docente, privilegiando dinámicas que pueden ser individuales, en
pares, en equipos pequeños y en grupo grande. Del mismo modo hay que
preocuparse por implicar a la persona-colectivo en el proceso de aprender. Al
proceso permanente de reflexión y de toma de conciencia sobre cómo se aprende
se le denomina metacognición.
• La teoría de las inteligencias
múltiples: en nuestro ser habitan siete diferentes inteligencias que
nos permiten abordar el mundo de manera diversa, y en toda persona algunas de
ellas están más o menos desarrolladas que otras; por lo tanto, la enseñanza
también debería adaptarse a esa realidad. Estas inteligencias son:
Lingüística, lógico-matemática, visual-espacial,
musical, kinestésico-corporal y las inteligencias personales (intrapersonal e
interpersonal). En el marco de las inteligencias personales, también se plantea
una llamada inteligencia emocional, que es la capacidad de sentir, entender y
manejar eficazmente las emociones, como fuente de energía y de información para
el desarrollo personal y el aprendizaje.
• Ecología de la educación: el
ambiente de aprendizaje en una aula o proceso constructivista, se configura
como resultado de diversos factores entre los cuales cabe destacar la
metodología, pues en ella se interrelacionan diferentes variables: la
organización y tipo de contenidos, las secuencias de actividades, la toma de de
decisiones sobre el proceso a seguir, las técnicas de trabajo individual, los
planteamientos de trabajo en grupo, las formas de agrupamiento, la organización
del tiempo y la organización del espacio. Todo ello es conocido como ecología
de la educación.